Símbolo A.— Empieza el viaje. Describe cómo el mismísimo Jesús mismo propuso que Él y los discípulos cruzaran el mar. Otros barcos les siguieron y se vieron implicados en todo lo que ocurrió. La vida misma es como un gran viaje en un mar imprevisible. Zarpamos como marineros inexpertos. ¿Nos parecen innecesarios una carta de navegación, una brújula y un piloto? ¿Está el Señor con nosotros? Símbolo B.— Una embarcación frágil. Mientras los discípulos estaban de pie en la orilla su nave parecía sólida
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